11 Flores Violetas... (II)

24 mar 2010

11 Flores Violetas para el Funeral de un Conejo Blanco




[NOTA 1: parte 2 de 3 del relato. Parte 1 en la entrada anterior]
[NOTA 2: este relato se concluirá y otros serán publicados siempre y cuando se dejen comentarios en el link que dice "Diálogos" al final de la publicación]


III.

Me masturbé y salí de la habitación. Mi puerta era la número 47.
El pasillo estaba vacío y sólo se escuchaba el rumor de lo que parecía un respirador artificial. No sentí miedo… Sentía un cosquilleo en el estómago… Algo agradable. Cuando era más chico me solía pasar a menudo, los sábados por la mañana sobre todo… Quizás sepan de lo que hablo… Esos momentos en los que parece que alguien te susurra al oído, “Hey, ingenuo… El Mundo es un lugar más grande y misterioso de lo que pensabas, ¿no?”.
Caminé, semi embriagado, hacia la 56 y me detuve allí. Lo primero que se me cruzó por la cabeza fue pasar el sobre por debajo de la puerta… pero por alguna razón no me pareció la mejor opción. Además sentía curiosidad y no estaba en mis planes volver rápido a casa. Me gusta mucho perder el tiempo. A veces camino por horas y horas sin saber a dónde voy.
Miré mi reloj, eran casi las diez.
“No es tan tarde…”, me dije.
Levanté el puño para golpear y entonces, antes de que lo hiciera, como en esas películas de terror en blanco y negro, se escuchó una voz débil desde el interior.
—Pasá, te estaba esperando…
Tardé unos segundos en reaccionar… Luego entré, encogiéndome de hombros.

La habitación era individual. Un clon de la habitación en la que yo había estado. La diferencia residía en que las luces estaban apagadas y el único resplandor, tenue y enfermizo, provenía del velador de la mesa de luz.
Un hombre viejo, con demasiadas arrugas y manchas, calvo, estaba en la cama. Su cabeza estaba levantada gracias a tres almohadas.
Ni bien entré se giró, me miró y levantó los brazos.
—¡Cinco conejos por el Pentáculo del Bien y cinco conejos por el Pentáculo del Mal! —exclamó entusiasmado. Hizo un gesto extraño con las manos y luego agregó—. ¡Y un último conejo por las visiones de Aliester Crowley!
Sonrió de modo exagerado e hizo gestos para que me acercara. Yo cerré la puerta tras de mi, con delicadeza, y luego, sin despegar la vista del piso, caminé hasta la silla destinada a los visitantes. Me aclaré la garganta.
—Me mandaron a que le deje esto… —dije mostrándole el sobre.
—Mirame…
—¿Cómo? —pregunté alzando la mirada, intrigado por lo que acababa de oír.
—Sabía que ibas a venir… —sus ojos eran grises acuosos… Nada que ver con los ojos de mamá… Sin embargo me recordaban a alguien—. ¿Sabés cuántos años tengo?
Me volví a aclarar la garganta. El tipo me incomodaba… No gran cosa, pero si lo suficiente como para desestructurarme… Su piel parecía áspera, como la de un reptil.
—¿Ochenta?
—Casi… Noventa y dos… Y todavía me funciona la Magia… Ya te dije: sabía que ibas a venir…
—Se lo habrá dicho la rubia de tetas grandes —dije serio. No me gustan ese tipo de bromas, me ponen paranoico. Que la gente finja saber mucho de uno es algo que me revienta.
El viejo rió y luego su risa se transformó en tos.
—Ojalá viniera alguien con esas características… —exclamó, ahogado. Cuando se estabilizó siguió hablando, con un tono más duro—. Entiendo que no creas… Tu generación no confía en los poderes de los ancestros…
Movió la cabeza en gesto negativo. Muchos tubos le salían del cuerpo. Estaba terriblemente flaco.
—No sé en qué confío…
—Sentate…
—¿Cómo?
Me miró muy fijo y tomé asiento.
—Decime una cosa… Esa enfermera de tetas grandes que acabás de mencionar… ¿Sabe que sos un Asesino?
Lo miré con recelo y suspiré profundo.
—Supongo que no…
—No tendrías que ponerte así… Cada uno tiene que ser feliz con lo que es… Tendrías que estar orgulloso de ser un Asesino…
Bajé la vista y sentí mucho frío. Siempre que hablo con un desconocido me pasa lo mismo: me siento incómodo pero a la vez me dan ganas de desahogarme… Me dan ganas de largar esas cosas que ni siquiera cuento a las personas con las que trato a diario. Creo que eso es lo que me vuelve vulnerable con el entorno. Es una mierda.
—El problema es que no quise matar a nadie…
El viejo frunció el entrecejo.
—Negarse a uno mismo es muy perjudicial —dijo a modo de reproche.
—¡No me estoy negando! —dije alzando un poco la voz—. Yo quería que ese conejo fuera libre, por eso lo robé de la casa de los vecinos… Lo tenían en una jaula muy chica y con ese perro estúpido ladrándole todo el día… Se iba a quedar sordo si alguien no lo sacaba… Y no es que yo tenga mucha conciencia sobre los animales y esas cosas… No soy vegetariano ni nada… Pero ese conejo estaba sufriendo… Yo… lo sentía.
El viejo dejó al descubierto unos dientes horribles, en una mueca (tan horrible como sus dientes) cómplice.
—Por eso lo mataste… ¡Dios bendiga a los Asesinos que nos liberan del dolor! ¡Dios bendiga al gran Jack el Destripador!
—¡NO! ¡Mi idea no era matarlo! —me levanté de la silla y me dirigí hasta la cama. Sentí como se me erizaban los pelos de la nuca—. Yo se los robé para soltarlo en un campo que hay cerca de casa… Lo subí al auto de mi hermana y lo llevé por la ruta… El conejo iba en el asiento de atrás… Yo lo miraba por el espejo retrovisor y me sentía muy bien… Cuando llegamos a la zona donde yo quería paré en la banquina y lo bajé… Saltó al césped, contento… Hasta me pareció que se reía y yo pensaba en que el perro estúpido ya no iba  a poder torturarlo…
Me detuve para tomar aire. Me di cuenta de que temblaba. Continué:
—Cuando estaba por irme, satisfecho, el conejo empezó a saltar hacia la ruta.  El tipo del camión ni lo vio… O hizo como que no lo vio… Le pasó por arriba y siguió de largo…
El viejo empezó a toser y de a poco la tos se convirtió en carcajadas.
Volví hasta la silla y me senté. Apoyé los codos sobre las rodillas y descansé la cara sobre mis manos. Por unos largos segundos me sentí muy desdichado.
—Se murió a las 11:11 de esta mañana. Miré el reloj ni bien subí al auto... Manejé hasta casa con muchas ganas de vomitar… Y cuando llegué me encontré con todo el revuelo… El conejo era de una nena de 5 años… Cuando no encontró a su mascota salió a buscarla y sus padres no se dieron cuenta… Salió a la calle y la mató un auto… Simple.
El viejo abrió grande los ojos, con un entusiasmo morboso.
—¿Asesinato múltiple? ¿Me estás haciendo una broma?
Negué con la cabeza.
El hijo de puta se volvió a reír.
—Cuando me lo dijeron subí a mi habitación, al segundo piso… Me senté en el marco de la ventana y prendí un cigarrillo… No fumo seguido…
—Ahí te deprimiste por tu profesionalismo como Asesino y te tiraste…
—No… Me caí… Estaba mirando las flores del jardín y me mareé…
—¿No te quisiste matar?
—¡NO!... Es decir… Sé que tengo motivos… Pero no… Cuando me caí estaba pensando en una ex novia…
Por un rato se instaló el silencio. Me acordé de la carta que me había dejado Luciana: “Nosotros vamos a estar en el funeral de Amanda… No se te ocurra venir”. Por supuesto que no pensaba ir… Hay que ser un enfermo para ir al funeral de una nena de 5 años.
Después pensé en Cecilia. En Cecilia y en las flores violetas del jardín.
—Igual no entiendo por qué te avergüenza ser un Asesino…
—No me avergüenza ser un Asesino… Me avergüenza no tener remordimientos… No siento dolor por lo que pasó… —lo analicé mejor y agregué:—. Bueno… por el conejo un poco…
—Probablemente salvaste a esa nena de que la violaran y la mataran en un baldío…
—Entonces soy un héroe… —dije con ironía y algo de tristeza.
—No vas a poder comprobarlo nunca… pero estoy seguro de que esa nena murió a la misma hora que su querida mascota… Cuando uno es chico es fácil crear vínculos con animales… 11 y 11.
Otra vez el silencio… La oscuridad me empezó a parecer algo malo. La sentí como algo palpable. El cuerpo me empezó a picar. Me di cuenta de que el olor allí era asqueroso. Me levanté.
—Me voy… Acá le dejo el sobre…
—No… —el viejo me señaló con un dedo retorcido de uña amarillenta y larga—. Yo tengo algo para vos… Ahora que conozco tu historia entiendo mejor por qué tengo que dártelo… Pero primero vas a leerme eso que tenés para mi…
Iba a decirle al tipo que no quería nada de él… Pero hubiera sido una mentira. La curiosidad es un bicho siempre hambriento.
Saqué la hoja que había en el sobre. Allí figuraba un nombre que ya olvidé y un diagnóstico.
—Acá dice que su enfermedad es terminal… Supongo que esto no era para que lo leyera usted… Algún pariente…
—No tengo parientes, se murieron todos… ¿Cuánto me queda?
Bajé el papel y miré al viejo a sus profundos y agonizantes ojos grises.
—Poco…
—¿Poco?
—Poco —asentí.
El viejo metió la mano bajo las almohadas y con trabajo sacó algo que había allí. Era un llavero con una pata de conejo incrustada.
—Toma, dicen que es de buena suerte… Además parece que tenés algo con los conejos…
Agarré lo que me daba y lo levanté para verlo mejor.
—¿Es de un conejo de verdad?
—No sé…
Me lo guardé en el bolsillo, sin agradecérselo.
—Tengo noventa y dos, ¿te dije?
—Sí…
—¿Y que tenés un aspecto horrible? ¿Eso también te lo dije?
—También…
El viejo cruzó las manos sobre el pecho y miró hacia el ventilador que pendía sobre él, a unos cuantos metros.
—Daría cualquier cosa por seguir viviendo… En cambio vos no tenés veinte y ya quisiste matarte…
Hice un bollo con la hoja que tenía en la mano y la dejé caer. Empecé a caminar hacia la puerta.
—Esteban…
—¿Qué? —no le pregunté cómo sabía mi nombre.
—Sos un Asesino de buen corazón…
Bufé y salí dando un portazo.
Unos segundos después volví a entrar y golpeé al viejo con fuerza en el rostro.
Eso me ayudó a irme más tranquilo.
Me cago en el poder de los ancestros.

[continúa]


4 Diálogos:

Anónimo dijo...

muyyy bueno,raro y genial, la pata d conejo, el 11:11. me lo lei todo y quiero mas..

cell

Anónimo dijo...

jaja! cell ya comentó

sabías que 92 es como que fuera once?¿?¿ 9+2=11
la numerología es TAN loca...

muy buena la historia, lo mejor fue como empezaste y como terminaste esta parte

Anónimo dijo...

56=11
47=11

Y a su vez el 47, el 56 y el 92 tienen su peso propio por lo que significan...

Digamos que ningún número esta jugado de forma azarosa en esta historia.

elpunkys dijo...

Muy bueno che.
Que salga el proximo rapido que me quede con la intriga.

Mati sabes que realmente me gusta mucho lo que haces... contas con mi apoyo.

Espero pronto la parte III