Cualquier Octubre [II]

12 abr 2010

Cualquier Octubre
[Divagaciones Inconexas sobre los Cuatro Domingos de un Mes]




DOMINGO II: [NOCHE CATORCE]

Desolación es una mujer alta y de expresión fría.

Ayer por la noche vino a visitarme. Golpeó la ventana suavemente y no me sorprendí cuando lo hizo. Supongo que la estaba esperando y ella era conciente de eso. Entró con la gracia particular que sólo puede atribuírsele a quienes no usan las puertas.
Me percaté de su peculiar belleza apenas cruzamos una mirada y supe que las cosas, inexorablemente, terminarían mal.
En un primer momento no intercambiamos palabra. Yo me quedé tirado en la cama y ella empezó a caminar de un lado al otro del cuarto, con inquieta curiosidad.
De vez en cuando levantaba algún adorno, algún recuerdo, algún fantasma, algún souvenir y me lo mostraba… Yo lo tomaba, asentía, y después de mirarlo con precisión, comprendiendo todas sus implicancias, se lo devolvía. Entonces ella lo ponía en su sitio nuevamente y seguía su recorrida. En ciertos momentos la Luna sacaba resplandores de su vestido blanco que me hacían arder los ojos… Y no sé si lloré por eso o por otras cuantas cosas. Sólo sé que ella me abrazó.
Y me sentí más solo. Más solo y reconfortado. Sus manos acariciaban mi pelo y me aislaban cada vez más y más… En su pecho helado derramé mis lágrimas y ella me tomó con fuerza, asegurándome que nada de eso era un sueño, que podía ser cruel pero era cierto.
No me tendió una mano para que saliera a la superficie sino que me ayudó a escarbar, y juntos fuimos muy profundo donde sólo hay silencio y un espacio pequeño…
Me besó y me hipnotizaron sus palabras. Me mostró lo fácil que era saltar al abismo…
Me amó por horas y yo me entregué entre sollozos y furia. Y después de que me sonrió quedé dormido entre sus telas, exhausto.
No sé cuanto tiempo después fue ella la que me despertó.
“No te preocupés”, exclamó, “Dentro de poco ya no habrá nadie”.
Había amor en su tono.
Se fue, otra vez, sin utilizar la puerta, pero antes, con lentitud y movimientos armoniosos, tiró todo lo que había en los estantes… Todas aquellas cosas que me había mostrado… Supongo que para obligarme a que las levantara…
Pero me quedé tirado y cerré los ojos.
“Voy a volver, para ser tu compañía”, me dijo.
Espero que no lo haga…
Pero creo que aún sigo embriagado de ella… Me gustaría levantarme y demostrarle que se equivoca con lo que dice…
Pero no puedo…

Y empiezo a esperarla.


[continuará]

1 Diálogos:

Anónimo dijo...

dios vos sos dios?? como podes hacer de algo tan horrible algo tan belloo

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