Bruja Violencia [I]

23 may 2010

Bruja Violencia,
punk rock bizarro

[Acordes desafinados para la Inquisición]
-Parte I-


para Anna,
por los recitales compartidos...


PRIMERA ESTROFA: “LA CUNA DE JUDAS”


En esta canción
No hay mensaje para vos…
Flema, “Si yo soy así”

1

La primera vez que nos enfrentamos fue en la plaza principal del barrio. Una plaza bastante insípida, sin monumentos, con pocos árboles y mal cuidada que estaba rodeada por las calles Brunswick, Sawyer, Goldie y Wytte... La plaza del loco Charly…
Charly era un indigente, un tipo de la calle… No sé cuantos años tendría cuando pasó lo que deseo contar porque la barba tupida y los pelos mugrosos ocultaban sus facciones, pero supongo que muchos… Charly fue desde siempre parte del paisaje… O al menos eso decía mamá. Mi mamá era alcohólica y mentía o exageraba las cosas con una frecuencia y una facilidad desvergonzadas… Pero creo que sobre el asunto de Charly se cernía a la realidad.
Charly fue testigo de la paliza que nos dieron ese día… Pero que conste: nos agarraron desprevenidos: yo no supe que estábamos en una pelea hasta que un borceguí con punta de acero se me hundió en las costillas. A eso le siguió un dolor punzante y de un momento al otro estaba con la cara pegada al césped. Lo único que pude ver fue la cara de Gabo que me miraba con los ojos muy abiertos… Estaba en mis mismas condiciones, con el cachete contra el piso… Y una mano lo agarraba de los pelos.
-¡Punkys de mierda! –nos gritaban.
Para ese entonces yo nunca había escuchado punk. De hecho, esa tarde, antes de ser sorprendidos, habíamos estado hablando de música con Gabo y yo había dejado al descubierto mi gran ignorancia. Él, Gabo, sí era un ferviente seguidor del movimiento, con cresta, tachas y remera con la A de anarquía incluida.
Unos segundos antes de que nos volviéramos la diversión de un grupo de skins fascistas Gabo me había dicho:
-Tenés que conocer esta banda… Se llama Flema… Seguro los escuchaste nombrar…
El resto es fácil de contar.
Me empezó a gustar el punk. Más por resentimiento que por otra cosa.
Me habían golpeado y dejado un ojo en compota por punk aún antes de que yo entendiera qué carajo significaba esa palabra… Era obvio que me volvería punk…
Era un desafío.
Respecto a Charly, él no hizo nada cuando nos golpearon. Siguió con su sonrisa estúpida (uno sabía que se reía a pesar de la barba) dibujando y hablando de la Bruja.
Él siempre dibujaba y hablaba de la Bruja.

2

Antes de seguir: sé que la contracultura punk tiene varias vertientes, al igual que sé que los skin no son todos fascistas… Pero así conocí yo las cosas y espero que nadie se ponga pesado al respecto.

El punk es odio.
Fue la primer conclusión que saqué al escuchar el disco que Gabo me había prestado. Después pensé muchas cosas más… Gabo llegó a convencerme de que había idelogías en esas letras, que había posturas…
Hoy, mucho mayor, repito: el punk es odio, es un sentimiento, no es otra cosa.
No me hice una cresta pero me teñí el pelo de azul… Me lo teñí con papel crepé, no iba a pagar en una peluquería…
Para resultar mas ofensivo me paraba los pelos con plasticota y el peinado me duraba bastante tiempo.
Lo del vestuario fue más sencillo. Dejé de usar la remera que usaba siempre para usar una de Flema que paso a ser, rapidamente, mi “nueva remera de siempre”.
Las amistades las puso Gabo. Yo puse las ganas de vengarme, la bronca.
En la segunda pelea salimos mejor parados. También fue en la plaza. Éramos cuatro, ellos tres. Tengo que admitir que nos corrieron, pero no se la llevaron de arriba. Tenían cadenas y palos, la sacamos barata y ellos cobraron más de lo que esperaban.
Llegué a casa con la nariz sangrando y mi hermanita, Samanta, se asustó mucho y se puso a llorar. Me viejo la fajó, después me fajó a mi. No me importó demasiado, a los quince yo ya estaba acostumbrado a que me golpeara por cualquier razón (cualquier razón incluye “ninguna razón”) Con un puñetazo certero me partió el labio e hizo que las lágrimas saltaran de mis ojos. Creo que mamá se reía… Pero no de maldad… Supongo que ella no estaba entendiendo la situación… Calculo que en su consciencia etílica mi viejo y yo estábamos danzando o quién sabe qué.
Como sea: después de los gritos, cuando la sangre estaba reseca, cuando aún la furia palpitaba en las venas, mi viejo se metió en mi habitación. Me asusté, me alarmé, pensé que iba a romperme los huesos, todos, que se había decidido de una vez por todas.
No lo hizo, me abrazó, me dijo que me quería, lloró.
Lo odié un poco más.
Salió y volvió a los pocos minutos.
-Esto es para vos… -me sorprendió porque lo dijo con un tono cansado, poco usual en él.
En una mano llevaba una soga. Atado a la soga había un perro. No era un cachorro y no era lindo.
Era un perro grande, de la calle.
No sé de donde lo habrá sacado… Estaba pulgoso y sucio. Pero fue el mejor regalo que jamás tuve.
Le puse Ramón…
Cosas de punk.

3

Si estábamos todos éramos seis, siete… a veces alguno más. Primero nos juntábamos en la esquina de la casa de Gabo. Después, cuando los vecinos nos corrieron, nos mudamos a la plaza.
Ramón siempre andaba en el medio, olfateando la botella de cerveza cada vez que le pasaba por adelante.
Les caía bien a todos, en especial a Lucía.
Lucía era la única chica del grupo. Estuve enamorado de ella durante un tiempo. Todos estuvimos enamorados de ella durante un tiempo: a pesar de que era muy flaca y sus tetas eran pequeñas tenía una gracia particular… y los jeans ajustados la favorecían muchísimo. Sin embargo despertaba ese tipo de amor que no dura mucho: la escuchabas eructar, la veías vomitar de tanto tomar y fin del asunto, de un momento a otro dejaba de ser atractiva.
En mi caso particular un día la vi tambaleándose, luego de bajarse una petaca de vodka, y me recordó a mamá. En ese instante se evaporó cualquier idealización romántica aunque su culo no dejó de ser razón para el desvelo.
Los skin eran alrededor de diez y andaban muy alterados porque estábamos en épocas próximas a las elecciones y había no sé qué lío con no sé qué partido. A Gabo y a algún otro les interesaban esas cosas. A mi no. A decir verdad, no las entendía. No entendía por qué salíamos a romper afiches de determinados candidatos pero lo hacía. No entendía por qué salíamos a escrachar ciertos lugares con aerosol pero lo hacía. No entendía nada de todo aquello pero en esencia, y para ser sinceros, me gustaba.
Sólo entendía que había dos grupos y no me parecía mala idea formar parte del grupo de los punkys… Después de todo, para formar parte del otro grupo había que admirar a Hitler, raparse la cabeza y usar calzado pesado aún cuando el calor era insoportable…

4

Un día nos enteramos que los fachos tenían una banda y Gabo tuvo un ataque de envidia. Empezó a joder con algo de que el mensaje de ellos se propagaría más rápido que el nuestro y blá, blá, blá… Cuando se agitaba se ponía rojo y transpiraba mucho… Muchísimo…
Una semana después ya teníamos una banda. “Teníamos” es un modo de decir. Yo no tocaba ningún instrumento pero de todos modos me sentía parte.
Los ensayos eran en el garage de la casa de un amigo del hermano de Gabo que tenía su propia banda y nos alquilaba las cosas por muy poca plata. Era un gordo que estaba enganchado muy feo a la cocaína. Le daba por decir que él lo hacía por el arte, para apoyar el under, para apoyar a la juventud contestataria… Se moría por su polvo.
Con el tiempo, de tanto mirar, me aprendí un tema de 2 Minutos con la viola y me dejaban tocarlo cada vez que lo hacían. De la experiencia sólo puedo decir algo: es increíble la cantidad de sensaciones que despierta en un joven el simple hecho de tener colgada una guitarra.
A Ramón no le gustaba mucho el ruido de los ensayos, escondía su cabeza debajo de mis piernas y no la sacaba hasta que se apagaba el último amplificador.
No se puede culparlo de nada. Sonaba para la mierda.

5

El tercer encuentro fue el primero en el que salimos victoriosos. Dos de ellos quisieron hacerse los vivos con Lucía en la plaza sin saber que nosotros estábamos en la otra cuadra comprando cervezas. Terminaron pidiendo por favor y a uno le rompimos la viola. Era una guitarra eléctrica y parecía cara. Nos gritó, mientras se iba corriendo: “¡Ahora se les va a poner feo de verdad!”
Para festejar nos quedamos en la plaza toda la noche y yo probé marihuana por primera vez.
Esa fue la primera vez, también, en la que Charly se nos acercó a hablar… Solía hablar en voz alta a nadie o a todos… Pero esa vez nos habló exclusivamente a nosotros. Le convidamos cigarro, cerveza y vino en caja. No aceptó nada.
-La Bruja Violencia murió en esta plaza… Hace muchos años… Ahora está enojada y por eso la sangre nunca va a dejar de correr… La Bruja Violencia no se llamaba así antes de morirse… Pero la obligaron a cambiarse de nombre…
Repitió eso muchas veces. Después se dedicó a hacer garabatos en su cuaderno.
Yo me sentí mal, me asusté.
Gabo se rió todo el tiempo.
Ramón no dejó de mover la cola, pero largó algún que otro gruñido.
En determinado momento, ya con los ojos rojos y cosquillas en los pómulos, tuve una certeza: el fachito tenía razón… Las cosas iban a ponerse feas… de verdad…
No me equivoqué.

Sólo resta agregar que nuestra banda se llamó, después de ese día, Bruja Violencia.
Me pareció una idea horrible.

[continuará...]

2 Diálogos:

Anónimo dijo...

leidisiiiiiiiiiiiimoo !
mas mas mas!!!
cell

Tenshi Ibarrx dijo...

Muy muy... buenaaazooo. Me lo guardo y me lo llevo para releer en casa mientras escucho dead kennedys o lo que sea que todavía me haya quedado de mi época punk (que no fue mucho tiempo aunque yo siempre me voy a considerar punk, por muchas de las cosas expresadas aquí).
Abrazo, loco, rabbits up!