Bruja Violencia [III]

8 jun 2010

Bruja Violencia,
punk rock bizarro

[Acordes desafinados para la Inquisición]
-Parte III-


SEGUNDA ESTROFA: “LA GARRUCHA” (2)

3


En ningún momento me dio temor que la policía nos rastreara y nos declarara culpables del incendio que había causado la muerte de ese joven de tiradores e ideología nacionalista. Si permanecí una semanas sin salir de casa fue porque sabía que las cosas se habían descarrilado. No se me ocurrió que los skin pudieran denunciarnos. Y no lo hicieron.
De pronto sentí urgencia por acomodar mis ideas. Deseaba encontrarme, pero escapar de mi. Ramón intentó animarme. Yo intenté enseñarle el truco de la patita. Ni él ni yo tuvimos éxito.
Mi destartalado equipo de música permaneció apagado durante muchos días.
Con Gabo hablé por teléfono. Llamó él.
-¿Te enteraste, no? –y cuando lo dijo supe que por dentro estaba igual que yo.
-Sí…
-Por un tiempo evitemos la plaza…
Que lo dijera de ese modo, tan frío, me hizo enojar… Así que le devolví monosílabos y luego cortamos.
Caminando por las paredes, ansioso, nervioso, empecé a replantearme todo. Me encerré en mi cuarto, abracé a mi perro, me comí las uñas… Traté de embarcarme en un viaje interno… Pero entonces llegaron los reproches de mi viejo. Justo en el momento en que menos los necesitaba. Cuando uno sabe (o presiente) que la pifió no hay nada peor que alguien que venga a remarcar el hecho.
Entró al cuarto por la fuerza, ignoró mis palabras, me acorraló sólo mirándome fijo (siempre tuvo ese poder) y me gritó.
Me dijo que sabía en qué andaba, me dijo que sabía que estaba arruinando mi vida, me dijo que no iba a hacer nada por ayudarme, pero que iba a matarme si empeoraba mi estado… Me dijo que en pocas semanas abrían una segunda inscripción para anotarse en el secundario y que por mi bien me convenía estar en la fila de nuevos aspirantes…
No le dije que sí, no le dije que no… Ramón no despegó sus ojos de sus puños cerrados.
Se fue dando un portazo.
Es una cagada decirlo, pero todo eso me jodió más que las palizas.

4

Pensé que salirme del caos mental iba a ser imposible, pero entonces Samanta entró en el juego.
Puedo decir que conocí a mi hermanita cuando ella tenía siete. Antes de eso no había compartido nada de verdad con ella. Me arrepiento. Mucho.

La terapia fue simple y efectiva: miré muchos dibujos animados y jugué muchos campeonatos de tetris. Las primeras veces me dejaba ganar, luego, para salir victorioso tuve que poner toda mi capacidad… Incluso llegué a hacer trampa… Los juegos de mesa mejor ni mencionarlos. Mi hermana era muy inteligente. Era rápida para las matemáticas aunque decía que las detesta y tenía una imaginación privilegiada… Si hoy estoy escribiendo esto es porque ella, con su entusiasmo, me contagió las ganas de leer, de conocer historias…
El día en que todo mi ser tambaleaba, en crisis, ella se metió en mi pieza con paso tímido. La traté mal al principio, pero luego, cuando me pidió que le leyera un cuento, no pude negarme... Hubo algo en su tono... Fue como que me dijo: “No lo hagas por mi, hacelo por vos…”
Esa noche fue Hansel y Gretel… Una vez que mi hermana estuvo dormida me confesé dos cosas: el maldito cuento asustaba y yo leía horrendo…
Cuando volví a mi habitación seguí leyendo, en voz alta, para Ramón… Lo hice para intentar mejorar, para poder ser más fluido… Lo hice porque me avergonzó el hecho de que Samanta me escuchara tartamudear entre palabra y palabra… Fui conciente de que se había despertado algo nuevo en mí: yo era el mayor de dos hermanos… Alguien, por accidente, podía llegar a tomarme como ejemplo... Eso también asustaba…

El próximo paso fue ayudarla con la tarea del colegio… Por suerte para mí los maestros no valoran en realidad a sus alumnos y les dan deberes muy mediocres para el potencial que poseen, así que mi colaboración se limitaba a dar mi opinión sobre tal o cual cosa…
Con la suma de los minutos, de las horas, nos ganamos confianza, nos reímos y fuimos hermanos.
-¿Por qué no te juntas más con tus amigos? –me interrogó ella una tarde, mientras subrayaba títulos en su cuaderno.
-No sé… -respondí después de un rato- Me cansé un poco… ¿Y vos? ¿Tenés amigos en el colegio?
-No… También me cansé un poco… Casi todos los papás de mis compañeras están separados… ¿Por qué papá y mamá no se separan?
Esa pregunta me hizo sonreír.
-No sé… Supongo que todavía no se cansaron…
-Pero se odian… ¿Sabías, no?
Me clavó su vista. Los ojos iguales de duros que los de mi viejo… pero con más vida.
-Sí, sabía…
-Ah…
Respiró aliviada y siguió con sus cosas. La admiré mucho.

No pasó nada de tiempo hasta que fui yo el que empezó a meterse en su pieza para proponerle algún juego, para hacerle algún chiste, para molestarla o para, simplemente, ver cómo estaba.
La llevé al cine cuando me enteré que nunca había ido a uno. Vimos una de Disney y su veredicto fue claro:
-No me gustó… La bruja no se tendría que haber hecho buena… Es ilógico… Si yo fuera bruja y tuviera poderes no sería buena… -dicho aquello pateó una piedra, indignada.
-Sí, además ese grano feo en la nariz… ¿Por qué no uso la magia para sacárselo?
Se rió fuerte mientras me daba la mano para cruzar la calle.
-Sí, era fea… Se parece a una maestra mía…
-Yo diría que se parece a vos…
Otra carcajada. Después, me insultó, se sonrojó y me pidió que no le contara a papá que había dicho esa palabra. Le dije que no lo haría y le enseñé insultos nuevos. Quedó fascinada.

El skin muerto siguió siendo noticia por unas semanas. Yo pude ver las notas en los noticieros y leer los diarios sin que me temblara el pulso.
Escuché en la tele al médico que recibió al facho quemado (al parecer no llegó muerto pero sí muy mal): “Hicimos todo lo que pudimos…”, después, poco inusual en un médico, sus ojos se llenaron de lágrimas y una enfermera se le acercó por atrás y le puso una mano en el hombro, tratando de reconfortarlo. El hombre se giró y se fue y la nota la dio ella.
-Se corre el rumor de que lo quemaron… De que no fue un accidente…
-Nadie, ni vecinos ni amigos, quisieron declarar…- hizo una pausa, después se llevó una mano al pecho y agregó: -Lo importante no es saber por qué lo quemaron si es que lo quemaron… Lo importante es saber que todos somos inflamables…

Sentir remordimientos estaba muy lejos de mí. Y más lejos estaba sentir remordimientos por no tener remordimientos. No es para alarmarse, no es para el escándalo… ¿Cómo podía sentir culpa por lo que había pasado? Es decir… No quiero quitar peso a la muerte de un joven pero… Todos estábamos inmersos en… Bah, si no lo entendieron hasta el momento quizás sea mejor que no sigan leyendo porque no me estuvieron prestando atención.

Pasó casi un mes y las cosas mejoraron… Hasta me había anotado en el secundario... Sólo una puerta no podía cerrar.

5

Traté de convencerme de que si podía aguantar los primeros días luego sería progresivamente más fácil. Me dije mil veces que yo no había caído en la red que todos caían… Pero cada madrugada se me empezó a volver a eterna, angustiante… Y no pude combatir eso con ningún libro…
Vacié las alacenas, vacié el botiquín de medicamentos y, cuando ya no soporté, con fuertes dolores de estómago y ganas constantes de vomitar fui yo el que llamó a Gabo.
No extrañaba su compañía. Extrañaba las drogas…
Dios, cómo las extrañaba…

Quedamos en vernos de noche en la plaza. Salí desesperado, cargando la mirada fulminante de mi viejo, que no me dirigió la palabra pero que me desaprobó rotundamente. Mamá me saludó, tirándome un beso y hasta me dijo “feliz cumpleaños”… Solía decirme feliz cumpleaños más de cincuenta días al año… Me hacía sentir graciosamente viejo…
Mi hermana dormía, por suerte. A ella no hubiera podido enfrentarla.

Gabo me esperaba en nuestra parte preferida, al lado de un banco desvencijado y lleno de mensajes escritos con fibrones. Jugaba con fósforos, tenía su guitarra criolla sobre las piernas y sentado a su lado, en silencio, en pose indio, estaba Charly. Lo primero que noté fue el asqueroso olor a mugre. Lo segundo que noté fue que Gabo estaba demasiado dado vuelta. Tenía ojeras muy feas y estaba considerablemente más flaco.
Me senté delante suyo y le di la mano, con algo de imprevista incomodidad.
-Bruja Violencia… va aseguir tocando… -fue lo primero que me dijo mientras apagaba un fósforo con un gesto rápido y luego encendía otro- No me importa que los otros forros no quieran seguir tocando… Yo voy a rearmar la banda y va a sonar mejor que nunca…
No di vueltas y le pregunté si había traído lo mío. Asintió. Me dio una bolsita con todo adentro, incluso la aguja descartable. Comencé a preparar las cosas en el acto y me di un buen saque.
Gabo siguió:
-Bruja Violencia va a ser la mejor banda de punk… Compuse el tema con el que todos van a romperse las cabezas en los shows… Va a haber sangre… Porque quieren eso, ¿no? Si les hablas de lo mal que está todo no te dan bola… Quieren sangre, ¿no? ¿No?
Me encogí de hombros mientras puntos brillantes empezaban a cubrir mi visión.
Gabo tiró otro fósforo, se acomodó la guitarra, sacó una púa mordida de su pantalón roto.
-Yo no tengo la menor idea de lo que…
-Callate y escuchá… -me dijo muy serio.
Y escuché. Toda la plaza escuchó. El Mundo escuchó… Vi a los pájaros de la noche mirándolo. Supe que todos los seres de la oscuridad nos observaban y prestaban atención. Lo supe con tanta certeza como sabía que estaba drogado.
Todo tan amenazante, todo tan espantoso... y sólo así tenía sentido, sólo así me sentía cerca de algo que parecía llenarme de esencia de mi mismo… No podría explicarlo jamás.
Tampoco podría explicar lo que pasó cuando Gabo tocó.
Fueron notas imprecisas, desgarradoras. Y sé que abrieron una brecha. La plaza se destejió con los acordes. Pensé que la tierra se abriría y me tragaría. Un vértigo enorme me llenó. Y cuando cantó me abracé con fuerza.
No voy a reproducir el tema. No es que no me lo acuerde. Para mi desgracia no pude olvidarlo, se me grabó a fuego.

Cuando Gabo terminó Charly aplaudió y se rió con sus dientes enfermos e incompletos. En su cuaderno había dibujado otro de sus garabatos.
-Tengo que irme… -dije al borde del llanto.
-¿Sabías que el chico que murió se llamaba Gabriel? Como yo…
Me fui con una certeza. Ya no quería ser punk.
En el camino tiré toda la droga y en un quiosco de mala muerte compré caramelos para mi hermana.

[continaurá...]

0 Diálogos: