Pantanoso

1 dic 2010

DESILUSIONES
(las moralejas son el veneno, la trampa, el pijazo en la mandíbula)


[Me miro en el espejo y está tu cara de pantano, hundiéndome en la miseria de tus ojos de barro. Algo huele mal en este lugar y mis manos que se derriten y me vuelven incapaz de sacar la basura. No quiero morirme en la mugre de este espacio tan reducido. Acá todos pisan, todos mean, todos cagan. Todos hablan de más. Y me ensuciaste la ropa… Sabés que la imagen dejó de importarme hace rato, pero no me gusta que se metan con lo mío. Quiero ser dueño de mi desastre… No quiero perder mi integridad, ese trueque te lo dejo a vos. Yo quiero perder todo lo demás y quedarme en cero, en rojo, en menos diez, para conocer ese refugio para perdedores al que no te van a dejar entrar… Porque para ser un perdedor tenés que ser puro y vos ya me hinchaste las bolas revolcándote en la mierda, haciéndote el mártir, el dolido, el chabón de pueblo, de calle, de barrio… te ensuciás para venderme suciedad. Me cago en tu pantano y en tus detalles oscuros. Me cago en tu poesía de ramas secas y melodrama verga tan pretencioso y maricón. 
Y para dejarte al costado, para ya no verte, te dejo el espejo. Me voy lejos, a mirarme en aguas claras, a bucear. Me voy a buscar lo que hay más allá, sin tanto prototipo, sin tanto destino… Me voy donde no va nadie, porque sería una locura, un error, un mal plan.
Me voy sin reflejo, para que te quedes con las ganas.]


 ***

‎[No le hagas caso a los costumbristas ni a los psicólogos de turno: a Caperucita no se la comió el Lobo… Pero tampoco es verdad que fue violada. Caperucita y el Lobo se garcharon mutuamente de un modo feroz, íntimo. Fue sincero, audaz, sin dudas. Ella era una pendeja calentona, de 16 años. Él ya tenía escuela en eso de los buenos polvos. No hubo una historia romántica posterior; no hubo un final con amantes que resuelven su existencia con una muerte ridícula cargada de palabras al pedo. No se volvieron a ver. No hubieran intercambiado sus celulares de haber existido esa porquería en aquellos tiempos. El lobo siguió su vida animal, feliz, asesinando viejitas ingenuas, cagándose de risa de esos leñadores musculosos y charlatanes (casi todos homosexuales). Caperucita se sintió tan viva que ese día (el del gran garchazo) abrió los ojos de golpe y decidió escapar de su hogar. Huyó de su destino: ya no iba a ser esa mujer sumisa que cocinaba pasteles y mandaba a su hijita a pasear por el bosque, ya no iba a ser esa abuela rompe bolas que hablaba sin parar para consumir la juventud de quienes la rodeaban, de envidia, bien hija de puta. 
Caperucita escapó, extasiada, llena de paz, fuerza, dolor. Hambrienta.

Cuando Blancanieves aceptó la manzana que le dio la Bruja la pasó bomba: la manzana tenía tres gotitas de LSD. Ese viaje iniciático hizo que Blancanieves tuviera largas charlas con todos los animales del bosque… Y así fue que llegó a la conclusión: no iba a esperar al cornudo del príncipe. Se compró la discografía de Joy Division y valiéndose de los talentos de los siete enanos (ya curtidos en esos mambos) formó una banda post-punk y se fue de gira, para seguir encontrándose. Viaje tras viaje. 
Dicen que los seis (dos enanos murieron: uno de sobredosis, el otro se rajó un tiro por la depresión) aún tocan en sótanos mal olientes, en cualquier ciudad, en cualquier parte del Mundo. Dicen que Blancanieves está bien perra. Dicen que tocan muy bien. Nunca dejes de tener los ojos abiertos.
Robin Hood le afanó al Alcalde, poniendo en riesgo su vida. Se cagó de hambre por tres días, se ocultó de la cana (lo habían violado tres veces en prisión y vivía paranoico) y finalmente llegó a la Villa Miseria del pueblo. Los chicos hambrientos, que no tienen por qué entender la justicia, ni a los héroes, ni a la mierda que vendés, lo recibieron con tres balazos certeros… Robin Hood no tuvo tiempo de entregarles el botín: se lo arrebataron de una, con euforia. Ponele que quieras ayudar, pero primero tenés que entender. 
Dicho sea de paso: al flaco, una vez muerto, le colaron cada una de sus flechas… como diversión, porque los chicos son chicos, lo creas o no.
Así que ya sabés:
Desobedece a mami, acepta todo lo que provenga de un desconocido y nunca jamás hagas algo si no lo hacés exclusivamente por y para vos. El resto es CUENTO.
Dulces sueños.]

 

 ***


‎-[AUTO]BIOGRAFÍA-
[Charly era una Chevy negra. Nació en 1976. Tuvo varios dueños (un dealer de heroína; un tipo que se creía la reencarnación de Elvis; un suicida simpático y de sonrisa burlona; una chica que disfrutaba manejando desnuda) pero conoció la felicidad recién en 1996 cuando la compraron unos muchachos que pintaron el símbolo de Batman en una de sus puertas. Charly quedó encantada con el gesto. 
El el 2002 (fueron seis años MUY intensos) Charly murió quemada: fueron sus propios dueños los que prendieron la mecha, luego de escapar por poco de una persecución. Charly había sido herida por un tiro de la policía pero fue fuerte y fiel hasta el final... Luego estalló en lágrimas de fuego, al tiempo que aquellos que le habían regalado ese dibujo tan lindo en la puerta izquierda (el mejor regalo que había recibido jamás) le daban la espalda y huían con un bolso con mas de dos millones de dólares.
Charly, Chevy del 76, conoció el Amor.
No se puede decir lo mismo de muchos autos.
Q.E.P.D.]

 

***

‎[Un baño mugroso en el Fin del Mundo. En medio de la nada, en el centro de todo. Las esculturas, los monumentos, las escuelas, las mansiones. El banco más prestigioso, las iglesias… Cuando todo es escombros nada es diferente. Tu casa se parece a la mía. 
(hasta podemos jugar a haber vivido juntos, ¿no?)
El horizonte ahora es del cielo… Y como único testigo ese baño mugroso: cuatro paredes chotas, feas, pero resistentes. El último vestigio de una historia bien pelotuda. Tanta humanidad de cerebritos para que sólo sobreviva la mierda.
(y es todo lo que fuimos)
Es una suerte todo ese legado que jamás supimos dejar. Es una suerte ese baño mugroso con sus rajaduras en los azulejos, lleno de moho, canillas con óxido, un corazón dibujado en el espejo roto (siete años de mala suerte), el inodoro cubierto con el vómito de tu última resaca, la bañera llena de agua en la que nadan renacuajos, entre las hojas de las cartas que nunca nos escribimos… La tinta que se corre, el idioma que se vuelve obsoleto. Ya nadie pedirá ayuda, ya nadie dirá te amo, ya nadie le gritará a nadie.
Es una suerte ese montón de poetas descomponiéndose al Sol. Resulta que no eran eternos, que ni siquiera eran bellos.
Es una suerte ese baño mugroso, en medio de la NADA, en el centro de TODO. 
Es una suerte el Fin del Mundo.]

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