Algún Día

11 ene 2011

INDISPENSABLES y VULNERABLES



 ‎[Quiero que la Historia que hoy va a ayudarme a no pegarme un tiro la lea la persona adecuada y la guarde en el lugar correcto, para que dentro de unos años, cuando mi suerte marginada cruce nuestros caminos y alguien nos esté espiando, puedas mostrarme las pavadas que dije ayer y me enseñes a escribir en tiempo futuro.]


***

[Las rutas vacías, el Sol (más hijo de puta que nunca) quemando asfalto que ya jamás será pisado por humanos.
Mi campera preferida, cubriéndote de la lluvia, mientras te alejas, entre los autos que ya nunca volverán a encender sus motores.
La peste llena mis sentidos y los cadáveres se esfuerzan por desviar mi atención. Pero te observo hasta que te pierdo de vista.
Quedo solo. Solo con ese eterno resplandor anaranjado.
Las cosas son extrañas en el Mundo desde que todo estalló.
Siento el viento que perfora mis mejillas. Veo las ruinas del lugar donde solíamos alquilar películas; veo el banco en el que alguna vez me animé a darte un beso; recuerdo la voz de ese vagabundo que una vez me dijo que el era muy como yo cuando era joven.
El colegio al que concurrí de chico, al que de grande garabateé con aerosol una noche de borrachera, junto a mi mejor amigo… Todo está tan igual de diferente.
Ya nada es nada para nadie.
Es un sabor viejo para mi.
Sonrío con amargura, por la vez en la que me imaginé el lugar prendido fuego.
“Finalmente pasó, hijo de puta… Finalmente todo pasa.”
Me alejo, muy cansado, pero sin saber qué hora es. Voy a caminar hasta desaparecer.
Es el modo más digno. Me voy a despedir de cada detalle que valga la pena. No voy a llorar.
La comiquería donde compré el cómic que me cambiaría la vida… El Parque del que una vez me corrieron a patadas; el colectivo en el que más viaje.
Auriculares, ventana.
El disco más repetido.
Ningún lugar era lejos, ningún lugar era casa. Todo empezaba a ir tan bien y tan mal que tuve que jugar a ser fuerte.
(¿A quién mentirle? No puedo ser un hombre, mi reina)
Tantas personas que sólo fueron una sombra.
Y ahora, al Ocaso Final, tarareando melodías conocidas.
Me gustó como se dieron las cosas… Todo tuvo sentido, hubo buenas vueltas de tuerca, me sorprendieron ciertas muertes y entendí que nadie era indispensable. Entendí que todos eran vulnerables.
No me quejo, para nada.
Me hace bien saber que vas a estar bien.]


***

‎[-La Creación no tiene dueños… -dijo un amigo.

Y un rato después estábamos en el patio, tomando vodka. Era una buena noche.

-Creo que todos tuvieron la sensación, alguna vez, de que iban a ver el Fin del Mundo… Después, de a poco, todo eso se va.

-¿A vos se te fue?

Lo pensé un rato.

-No sé.

Nos quedamos ahí, tranquilos, sin decir palabra, sin cuestionarnos las madrugadas que no estuvimos, ni la muerte de su perro, ni la muerte de mi abuela. No importó que en el medio yo había sido tío, no importó que él había pasado de psicóloga a psiquiatra. 

No lloramos el pasado, ni nos dijimos que ojalá no hubiéramos hecho ciertas cosas, porque si decís eso tendrías que pensar que si no lo hubieras hecho lo querrías hacer, así que hasta tus errores son necesarios. Es más, no sos más que tus errores.

Pero no hablamos de eso.

No hablamos de la piba que le rompió el corazón ni de mis actuales ataques de pánico. 

No hablamos de los libros que no compartimos ni de las bandas que estuvieron cuando nosotros no estuvimos. 

No hablamos de las lágrimas a las siete de la tarde, porque es obvio que hubo lágrimas. ¡Qué obviedad!

No hablamos de los aumentos que él pidió, de los trabajos que yo dejé.

No hablamos de nada. Absolutamente Nada.

Nos entendimos muy bien. Seguimos siendo importantes: él para mi, yo para él.

En determinado momento pasó un cometa.

-Algún día se va a estrellar contra la Tierra…

-Algún día.

Brindamos, contentos. 

-¿Se pide un deseo cuando pasa esto?

Me encogí de hombros:

-Pedilo, ¿qué problema hay?

-Ojalá yo no esté en tu funeral.

Lo miré. Hacía tiempo que no me decían algo que me emocionara tanto.

Éramos chicos, íbamos al colegio, hacíamos la tarea… Ahora tomábamos vodka, en una noche eterna, ventosa, calurosa pero bien.

-A veces somos una porción muy chica… 

-A veces da la sensación de que todos me escuchan…

El cielo, esa noche, era enorme. Era Todo.

No pasaron más cometas, nos reímos mucho, las estrellas brillaron fuerte.

A cada rato sentía que ya no podría soportarlo, pero lo soporté. 

Cada instante es, quizás, sólo otro instante.

Sea como sea: espero no estar nunca en el funeral de un amigo.]

0 Diálogos: