Convincente

31 mar 2011

LA VIDA VIENE CON EL SONIDO DESFASADO


Me cruzo a un nene chiquito que me dice que de grande va a ser un “mostro” y yo le digo que le deseo suerte y por querer mentir una risa me caigo a un pozo y me recibe el Señor de las personas que viven abajo de la ciudad.
Es un tipo viejito, muy viejito, como tu abuelo pero más. Más encorvado, más flaco, más vulnerable. Más bueno.
“Por favor”, me dice, “No le digas que la vida es triste. No le digas. Lo va a saber tarde o temprano”.
Me dan ganas de llorar, me acuerdo de papá y mamá, que seguro no me querían triste. Ojalá no se preocupen de más. Ojalá no los haya defraudado.
El viejo agrega:
“Si abrís la boca te meto el bastón en el orto, ¿se entiende?”.
Y sí, se entiende.
“Vas a ser un buen mostro…”.
El niño me mirá un rato, con desconfianza. No bajo la mirada.
Finalmente sonríe.
Yo sigo desapareciendo… Muy de a poco, pero de modo convincente.

***

Gira mi personaje y me quedo en la desnudez del fracaso etílico, solo, contemplando la fiebre que brota de mi, que me hace de fuego, que me quema, que me la banco.
Reboto hasta llegar al teléfono y marco sin mirar, tapándome los ojos.
Atienden:
-Todo lo que llega lejos deja de existir.
-¿Está Matías? –pregunto, sin dejarme intimidar.
Me dan un número. Me cortan.
Yo marco rápido, antes de perderlo.
Ahí es cuando atendés vos.
Ahí es cuando yo no digo nada.
Ahí es cuando nos encontramos y nos tomamos una cerveza en el medio de mi silencio acosador, tan patético y ridículo. Ahí nos ponemos al día. Me contás tus cosas, te exagero las mías… para que asientas con felicidad, porque me va bien, porque te quiero inspirar.
Nos encontramos hasta que amenazás con llamar a la policía, hasta que proponés que me vaya a la concha de mi hermana.
Cuando vuelvo en mi el teléfono aúlla de modo intermitente en mi mano. Corto, me levanto, me lavo la cara, me peino mejor, me prometo no tomar más por un tiempo largo. Empiezo a esperar la llamada que voy a dejar sin contestar.
Quieto, muy quieto. Tan quieto que voy a llegar lejos.

***

Para sus vecinos más cercanos Clementina es una pobre mujer que quedó sola de un modo muy injusto, que qué mal que está el mundo, que quién sabe cuánto más va a soportar en esa casa tan grande.
Para los más chicos es una bruja, para los adolescentes está loca; para las otras mujeres de su edad es una cajetuda soberbia.
“Me da lástima que ni siquiera venga a las reuniones del club social”, dicen, con una mueca de tristeza tan artificial como los dientes que la conforman.
Para los médicos Clementina es una oportunidad, para los farmacéuticos una fortuna, para el cartero una dirección difícil a la que llegar, para sus parientes una llamada obligatoria por mes. Para los comerciantes locales Clementina es un dolor de huevos: no ve muy bien y siempre cuenta muchas veces las monedas pequeñas.
Para un tipo que vive muy lejos Clementina es un sueño: la mujer de la que estuvo perdidamente enamorado, el mejor polvo (se levanta con erecciones flojas en su honor), TODO. Allí Clementina no envejece, pero muere cien veces por día.
(alguien que conoce los secretos de Clementina, en este momento, tiene un escalofrío)
Clementina, para los que no la conocen, es, simplemente, otra vieja de mierda. Era una vieja de mierda para vos, hasta hace un rato. Ahora es la promesa de una buena historia. 
Para ser sinceros, Clementina no existía en este plano hasta hace unas líneas, cuando, de modo espontáneo, se hizo presente.
Clementina es un germen, un concepto, un prototipo. Clementina es un virus, porque ya está en tu cabeza. No vas a tardar, quieras o no, en conocerla profundamente: y esa historia no te la voy a contar yo.
Quizás Clementina se transforme en la abuela que siempre quisiste tener. Quizás se transforme en la imagen más recurrente de tus pesadillas, en el cheque en blanco para tu psicólogo, que va a exprimir tus ojeras, tu rechazo repentino por las señoras mayores.
Clementina, ya liberada (gracias, hiciste un buen trabajo) avanza hacia vos. Podés ir a su encuentro. O empezar a correr.

2 Diálogos:

Mercader dijo...

Este Planeta es lo mas... por fin encuentro algo asi en la red. una masa matias!

Anónimo dijo...

Adore el texto de Clementina querido Delirio! Y La Tiranía del Pie Izquierdo jajaja es genial. Hace mil que no se de vos, espero que estés muy bien!! Sigo leyéndote como siempre y aun fiel a Londres 1700 sigo escribiendo algo, no como antes, pero tampoco como estos últimos años. Las calles adoquinadas bajo la neblina siguen siempre donde las dejamos, con la calidez y el aroma entrañable de aquellos años. Se lo extraña mucho. Un beso y un abrazo enorme querido!

Parkita.
"Why are you wearing that stupid man suit?" :)