Malos Presagios

13 mar 2011

Un graffiti en la pared del vecino


Es muy flaco, lleva ropa negra y el pelo le cae sobre la cara. Tan pálido que hipnotiza; no se le ven los ojos. Lleva un tatuaje: una especie de hoja en blanco.
-Es un tatuaje raro –digo, más que nada para escuchar mi voz, para sentirme un poco más seguro. No es que tenga miedo, pero todo a nuestro alrededor es verde, verde y verde. Verde vértigo.
-Raro sería tatuarse cualquier otra cosa… -mantiene la cabeza al frente, expectante. Olfatea. Está sentado, los codos sobre las rodillas. Una leve brisa mueve el césped apenas crecido. El cielo tan oscuro como su pelo-. Una hoja vacía es lo único que existió siempre. Este sueño se está escribiendo sobre una hoja que era totalmente blanca hasta que cerraste los ojos.
-¿De dónde salen tantas hojas vacías? –digo después de un rato. En realidad quiero preguntar otra cosa, pero es eso lo que sale. No está mal.
-No vienen de ningún lado. Creamos hojas en blanco para subsistir, para violentarlas… Un pedazo de piedra o de tela, la piel de un muerto, un árbol, una pared, el banco de la parada del bondi que esperás a medianoche, el pupitre de un aula aburrida y embrujada… Está todo ahí, para que lo arruinemos.
-Suena divertido.
De pronto parece ausente.
-Sería divertido si no escribiéramos siempre lo mismo.
-Y… ¿qué escribimos?
Relámpagos en el horizonte.
-Siempre es un corazón, con dos iniciales dentro. ¿Qué cagada, no?
-Si…
Me acuerdo de todas las cartas que mandé. Me doy cuenta de que pocas veces recibí alguna. Pienso en que mañana voy a escribir esto y estaré siendo dos veces violento. O tres.
La tormenta se cierra sobre nosotros. Los rayos dibujan cicatrices silenciosas.
“El cielo está triste porque alguien lo acribilló”. Es una reflexión muy maricona. Es lo que hay.
-¿Sabés? El Multiverso está por colapsar. Lo siento. Posta. ¿Vos lo sentís? –respira profundo.
Presiento que, no hace mucho, lloró. Sé, inmediatamente, que yo no soy el culpable de sus anteriores lágrimas, que viene de otro lado, de otra hoja en blanco.
Otra reflexión, menos maricona pero igual de tibia: “Todos somos la misma historia”.
-Sí, lo siento –respondo-. Es electricidad. Creo que ya no voy a conocer a nadie… Al menos no de verdad. Ya no voy a tener un amigo como el que tuve a los trece.
-¿Eso significa que vas a dejar de hacer corazones en el respaldo de la cama? –interroga, esperanzado.
Lo pienso un rato.
-No, no creo que signifique eso. Mientras conserve mi navaja voy a aseguir escrachando la madera.
Sonríe. Extrañamente sonríe.
-La misma navaja con la que acribillamos al cielo…
Tengo un déjà vu.
-¿Va a llover? –pregunto.
-Cada vez que llueve es porque alguien está escribiendo una historia… Llueve cada vez que alguien se garcha la hoja vacía.
No se escuchan insectos, no hay olor a humedad.
-¿Entonces?
-Sí, va a llover.
Se gira. Veo su rostro completo. Sus ojos están en blanco.
-Estoy harto de éste trabajo –suelta.
-Éste es el mejor trabajo del Mundo –respondo.
Caen las primeras gotas. Es tiempo presente, primera persona, que en realidad nunca es “yo”, que en realidad nunca es “ahora”.
Tengo un tatuaje, una navaja gastada y otro déjà vu.

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Gorda Iteración dijo...

LaConchaDeTuHermanaUfaGracias