Génesis

29 abr 2011

Éramos una casa rodante rumbo a la muerte






‎-Pasó hace mucho tiempo…
Ella llevaba un delantal blanco. Debajo del delantal, que estaba desprendido, llevaba lencería negra, de encaje, detalles en rojo. Medias altas.
Dijimos que sí, porque el resto no importaba: buenas tetas, de culo bien. ¿Qué más podíamos pedir?
Y por la ventana seguía la lluvia de estrellas. 
Fuegos artificiales pero al revés.
Las personas sufrían en las calles. Es duro no saber cuándo vamos a morir.
La pizarra, nuestra pared, se llenó de números. Letras. Símbolos.
Garabato de nene.
Garabato de nena.
Una nota musical.
-El Principio era un lugar fácil…
Su voz era delicada y autoritaria. Combinación sexy.
-Aspiré cenizas una vez… Las cenizas blancas de papá… Y pude descubrir que mi mamá había muerto antes de que yo naciera… Todas nuestras madres mueren… Siempre es así…
Miré a mi mejor amigo, sólo que ya no era mi mejor amigo. Era un muñeco de mi mejor amigo: una imitación bastante digna, pero sin ojos.
Supe que decía la verdad ni bien lo oí.
Supe que esa mujer que me había enseñado tanto (o nada) era una impostora.
-¡No existen las mentiras piadosas! –grité, conmocionado.
La casa rodante hizo una curva con violencia. Salimos despedidos.
Bueno, ella no.
Ella se quedó en el lugar.
Las luces parpadearon.
-Vas a tener que violarme.
Y ya no era tan atractiva. Era un pulpo.
Dios.
No sé si alguna vez te lo imaginaste así, pero Dios es un pulpo.
Perdón si te amargué con la noticia.
Sentí que avanzábamos a más velocidad.
Los edificios se volvían ruinas, las ruinas polvo, el polvo se mueve con las brisas. Debajo, nada.
Toda la ilusión de una vida perfecta en un sitio perfecto.
Nunca fuimos dueños.
Me levanté con certeza.
-Claro que voy a violarte…
Supe que esto que estaba por pasar ya había pasado.
Hace mucho tiempo.
De cero.
Yo sería mi padre y mi madre.
Es parte del chiste.
GÉNESIS en la Noche del Mundo.
Éramos una casa rodante rumbo a la muerte.



***


Es algo perturbador descubrir que ciertas cosas no se repiten.
Estoy sentado en un banco, las madres pasan con sus hijos por delante mío.
Ya nunca voy a poder sentir ese bienestar, ese vértigo apacible de correr hacia casa bajo el Sol.
Y en algún momento voy a ver a un joven sentado en una plaza, mientras paseo con mi auto, y voy a pensar en que ya nunca más podré sentir este huracán tan hermoso.
Vientos soplan; sigo en pie. Soy el centro.
(Quizás no)
Después voy a extrañar al adulto del auto, después al tipo que mira por la ventana.
Finalmente extrañaré a ese viejo que mira el techo y ve la mancha de humedad que había en su habitación de chico.
Las manchas de humedad son sabias.
Capaz es todo un relleno, porque lo único que tenías que saber ya lo sabés hace rato.
Lo que siguió fue un recreo enorme…
Y vos te lo pasaste en el aula, haciendo tarea.
Correr hacia casa bajo el Sol.
Podría correr hacia casa bajo el Sol.
¿Podría?
Podría.
Pero casa tampoco es casa.
Mamá elegía mi ropa, no recuerdo mis preocupaciones.
Nadie preguntaba si pasaba algo.
Y pasaba mucho.
¿Entonces?
¿Sólo puedo aspirar a ser la referencia para otro?
¿Y lo que siento?
Ojalá no sintiera la necesidad de que lo sientas.
Sería más simple.
Pero…
Yo podría haber sido puro, el mejor.
Soy puro y el mejor.
Nos tendríamos que haber dado cuenta antes, porque ahora es imposible hablar. Todos duermen la siesta.
Escribí un buen discurso, para leer en el Funeral de alguien.
Sin embargo, los Funerales nunca son importantes. Sólo son un día para enojarse mucho.
Nadie escucha, a nadie le importa.
La Naturaleza es fuerte.
Seguimos.
…seguimos…
Y ciertas cosas ya no se repiten.
Estoy en edad de sonreír.
Solo.
En un banco.

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