Norberto Pérez Bronca

6 abr 2011

"TENÉS FANTASÍAS SEXUALES REPRIMIDAS"



Después de cincuenta y siete años dedicados a la causa, Norberto Pérez Bronca pudo cazar un hada. Emocionado (los ojos rojos estallados en lágrimas) la encerró, sin perder tiempo, en una botella de vodka. Le hizo un agujerito a la tapa y se quedó mirándola, temblando, sonriente.
Recordó las palizas que había recibido a los doce, por maricón, por andar siempre con esos cuentos tan rosas y putones sobre seres alados. Recordó el día en el que le habían abierto la boca entre tres para que un cuarto le largara una cucaracha adentro.
“-Ahí tenés un hadita negra, sobavergas.”
Recordó la cara de terror de sus padres al ver las paredes de su cuarto pintadas de muchos colores.
“-¿Qué hiciste?
-Los colores las atraen…”
Previo cinturonazo había terminado en una psicóloga que atendía en su casa, donde era insoportable el olor a meo de gato, a humedad.
“-Tenés fantasías sexuales reprimidas…”
Y le había parecido una boludez, pero, por las dudas, le había propuesto a su primer novia que se vistiera como Campanita.
“-¿Campanita?
-Sí. La de Peter Pan…
-¿La luciérnaga?
-Es un hada…”
Y ella se había cagado de risa, pensando que jodía, y se lo festejó haciéndole una paja, que él no había disfrutado ni un poco.
Había buscado gente con sus mismas inquietudes. Había encontrado hippies pasados de ácidos, místicos borrachos. Un cóctel interesante de seres vulnerables y soberbios.
“-Hay una presencia detrás tuyo… Una presencia que no es de este plano…
-¿Un hada?
-¿Hada? No. No seas ridículo… Creo que es Lennon. ¿Querés preguntarle algo?”
Después de eso, la soledad. Mejor cerrar la boca.
Levantó la botella, con las mejillas encendidas, ya sin reír.
-La puta que te parió… Tanto tiempo esperando esto…
Violó al hada con un fósforo. Después le sacó las alas con una pincita de depilar, luciendo una paciencia de relojero.
La prendió fuego. Se aspiró las cenizas.
Se quedó un rato en la cocina, con los ojos cerrados.
Ya muy entrada la madrugada se metió en una habitación piojosa (azul, roja, violeta, verde, naranja) y durmió en paz.
Sabía que le quedaba poco de vida.

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