[éramos especiales] II

18 jul 2011

ASFIXIA
[razones para no respirar]
 -segunda parte-



ACTO UNO:
“HERRAMIENTAS NECESARIAS PARA SALIR DE PESCA”.

Habitación de K. (Caos)

K. (pálido, ojeroso) está tirado en un sillón raído, frente a una pecera que tiene agua pero que no tiene ningún pez. La observa muy fijamente, sólo viste un slip blanco, unas zapatillas de lona, gastadas, y un gorro de Navidad en bastante mal estado. Tiene el pelo alborotado, una botella de extraña forma en la mano. Da esporádicos sorbos.
Todo a su alrededor es caos.

K.
Capaz que nunca tuve un pez.

A. entra en escena, asustada, mirando hacia el exterior. Lleva auriculares. Mientras la puerta se mantiene abierta entran burbujas. Luego A. cierra la puerta.

A.
El Fin del Mundo es un lugar muy brillante.

K. se gira y la mira.

K.
¿Yo tuve un pez? ¿Cómo se llamaba? No me digas que le puse nombre de persona, por favor…

A. revisa entre el desorden hasta que encuentra una campera desgatada que tiene el dibujo de un barco. Se abraza a si misma, tiene frio.

A.
Todo lo que necesitamos para sobrevivir es saber que respirar siempre fue una mentira… La gente se piensa que respirar es importante… y se mueren en las calles, se caen en la fila del mercado, se mueren manejando y matan a otras personas y los policías que quieren hacer la multa también se mueren… Todos caen. Siempre fuimos iguales. Siempre creímos en la mentira del aire.

K. vuelve su atención a la pecera. Se levanta del sillón y acaricia el cristal.

K.
Ojalá no le haya puesto nombres como Alonso o Cristian o Miguel o Hernán… Ojalá no le haya puesto nombre, eso hubiera sido muy triste para él.

A. observa a K. Se dirige hacia él y le saca la botella de la mano.

A.
Vos no sabés tu nombre.

K.
(dolorido)
Vos no sabés cómo me gustaría llamarme.

A devuelve la botella a K. y busca en todo el lío hasta encontrar unas antiparras. Se las pone.

A.
¿Y cómo te gustaría llamarte?

K.
Nunca se lo voy decir a nadie. Voy a ser el asesino perfecto, sin nombre, sin rastro, para que cada crimen, cada violación, sea anónima… y nadie va a saber que fue violado o robado… nadie se va a dar cuenta de que lo maté, porque no voy a existir, pero voy a ser el culpable, voy a ser el dolor.

K. mete la mano en la pecera y recorre el agua. La saca al rato, defraudado.

A.
Lo que sabes vos y nada más que vos no te hace especial… Lo que nadie sabe de vos te anula… Tenés que matar la ilusión de alguien y escribirle tu nombre en medio de la frente, para que te vea en el espejo todas las mañanas… El corazón es fuerte, hay que quebrar el cerebro… Y el cerebro se basa en figuras, nombres… Si querés destruir a alguien le tenés que dar una ecuación inconclusa…

De entre las sombras sale PROFESOR, que lleva delantal desabrochado, remera de Einstein muy colorida y anteojos negros. Un pizarrón en una de sus manos. Se para en el centro de la habitación y mira al público.

PROFESOR
(didáctico)
Todo más siempre es un menos. Cada multiplicación sólo es un único momento elevado al cuadrado, al cubo, a la enésima potencia, pero siempre es lo mismo, porque la clave es la reducción y la simplificación absoluta, donde el factor que define el todo es un pedazo de Sol entrando en la habitación donde te dormías de chico y dividís porciones de vida, para no ver el resultado final, porque te asustan los números en rojo. Sumás personas, momentos, risas, anécdotas bien pelotudas y extrañás, en el mejor momento de la noche, a tu mejor amigo y esa madrugada en que le dijiste, sin mucho esfuerzo, que vos tenías miedo de matarte joven.

PROFESOR dibuja en la pizarra y la levanta al público.
En la pizarra hay una jaula dibujada con un pez dentro.

K.
¡Me cago en las matemáticas! ¡Me cago en la tiranía de los números!

PROFESOR sale de escena.

A. encuentra unas patas de rana y se las pone.

A.
Sos muy egoísta, me pone triste este ayer, porque no quiero imaginarme el presente que nos tiene como protagonistas, vos en tu casa, buscando mierdas y yo sola en mi cama, llorando. Me pone triste que cuando llegó el Fin del Mundo no estábamos garchando o comiendo juntos o mirando tele o tomando cerveza.

K. se agarra la cabeza, empieza a dar golpes, está irritado.
A. camina con las patas de rana puestas, con movimientos lentos. 

K.
¡Soy un recuerdo bien forro que no tiene recuerdos! ¡No soy lo que soy!

A.
No quiero estar acá, me ahogo, me ahogás… Yo no creo en el aire, yo no tengo que respirar, pero me hundís y tengo que sobrevivir y me obligás a tomármelo muy en serio. Me quiero ir…

K.
Sos una puta.

A.
Sos mi mejor cliente.

K. cae de rodillas.

K.
Capaz que nunca compré un pez… Capaz aún no pasó (su rostro se ilumina, se gira hacia A.) ¡TODAVÍA NO PASASTE! ¡TODAVÍA NO!

A. lo mira.

A.
(extrañada)
Entonces, ¿de qué me muero?

K.
No te estás muriendo.

A.
Andate a la puta que te pario. Me puse ésto por vos… Me llenás de ideas que no son mías… Y yo te creo, pero vos no te creés, tenés miedo. Ahora soy una mentira descartada.

K. se levanta y camina hasta A. La toma de los hombros.

K.
(eufórico)
Yo nunca miento. Jamás.

A.
Vos te olvidas.

K.
No, yo te recordaba antes de conocerte.

A. se suelta y va hacia la puerta. La abre. Entran burbujas.

A.
Qué tragedia que sigamos vivos.

Entra en escena SEÑOR M., muy alto, con un impermeable que le oculta las facciones. Lleva un paraguas abierto, que chorrea. Se para en mitad de la escena y mira al público.

K.
No quiero estar solo.

A. suspira profundo y sale de la escena, cierra la puerta tras de sí.
K. sale de escena.

SEÑOR M. se queda en su sitio.
Breve silencio.

SEÑOR M.
Una tormenta se llevó la casa de mi mamá muy lejos. Ahora no puedo volver a mi habitación, para hacerme un ovillo y mirar la pared y soñar con lo que pasará y pensar en que en realidad nunca va  a pasar nada, porque siempre voy a estar ahí. Las tormentas se llevan todo.

SEÑOR M. cierra el paraguas.
FIN ACTO UNO.

***
INTERLUDIO I
Espacio Neutro.

PESCADOR ya tiene la caña lista. Saca de la cajita una bolsa con pedazos de carne y empieza a colocarlos en el anzuelo, con dedicación. OLVIDO lo observa, sonriente. Mira al público.

OLVIDO:
Las caricias que no te acordás, las mentiras que se hicieron verdad, la mejor tarde tu vida, el primer pedo que te pegaste, la chica que te dijo que eras un hijo de puta, el sol reflejado en ese auto prestado, mientras las risas no te dejaban pensar en que podías hacerte mierda en la próxima esquina, la sábana que era una capa y la cama que era tu edificio, desde dónde se veía todo, dónde podías vengarte de papá y mamá que se rompían los cuernos en la cocina, sacándose chispas, tirándose cuchillos, para después llorar en la oscuridad, cada uno en un rincón. Las pajas, las películas, los libros tan tontos que te dieron tantas pesadillas, el raro bienestar del sábado por la mañana, sin nada para hacer y lleno de ansiedad, que se hacía lágrima inexplicable.


Cierra telón.

OLVIDO (EN OFF):
Acto Dos: LA CARNADA y LA BELLAZA DE LAS TRAMPAS

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