Abajo tuyo

6 sept 2011

Me saqué un "IMBÉCIL"




Las ranas no llueven porque sí: las profecías podés usarlas a tu favor o pedirle explicaciones a un desconocido, que nunca pero nunca lloró con la película que a vos te rompe el corazón, que ni siquiera sabe lo que es emborracharse. Podés aplaudir o podés escribir en la columna de un diario verga, con párrafos que se visten de traje y se acuestan a las nueve de la noche, porque mañana es un día largo, porque madrugo, porque lo primero son las responsabilidades: la vida es cuestión de sacrificios.
Si todavía no te desmayaste en la mesa del comedor, si nunca te pegaste un tiro silencioso, si nunca abriste los ojos sin haberte lavado los dientes antes de acostarte, si nunca te hiciste humo, entorpecido, místico, idiota, perdido, en el eje de todo, que no es el mismo eje que sostiene las agujas del reloj, pero que se parece (es MUY parecido), pero sin esas cosas de sumar y restar: el tiempo es literatura, jamás será matemáticas… Si nunca te caíste bien alto capaz que deberías intentarlo.
A marzo. No, mejor a abril, derecho.
“¿Qué te sacaste en la prueba del otro día?”
“Me saqué un IMBECIL”
“Bien”.
Así que así estamos, el agua del inodoro no se pone violeta porque sí: podés creerte la epifanía o podés vaciar el botiquín, podés decirte que es hora de mejorar la situación, que los momentos son buenos, pero que no sos estúpido, que sabés qué hacer. Que ya fue. Es hora de crecer.
“Crecer de acá, ¿entendés? Ya no podés seguir dudando de todo”.
Yo creo que te falta una madrugada con un agujero negro, un romance con una pared, un disco sin palabras, un sillón cómodo y una petaca vacía, que sos vos, guiñando un ojo. Le jodiste la vida a alguien. Le jodiste la vida a unos cuantos. Algunos se ríen al recordarte; para otros sos un misterio. Algunos piensan que es una pena no tener tu teléfono. A otros los jodiste, ¿ya te dije?
¿Cuántos te jodieron?
Me parece una mierda que ignores este milagro: no todos los días aparece la cara de dios en la mancha de vómito que tu perro dejó a los pies de tu cama. Abajo tuyo. El infierno. Dios te guiña un ojo.
Y vos podés lavarte la cara y decir que tener alucinaciones, tener sueños, tener fiebre, es un proceso orgánico que complementa la vida.
O podés quedarte un rato, mirando el techo.
Tu amigo dijo, alguna vez: “la posta es darte cuenta de que te rodeas de la gente con la que vas a estar en un bunker cuando el mundo se termine”.
A veces son pensamientos chicos.
Alguien está sufriendo convulsiones, teniendo el mejor viaje de su vida.

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