Ladrón

6 oct 2011


Como ratearse... Y quedarse solo.


La vez que más dueño me sentí no era mi casa, ni era la tuya… No había habitaciones con recuerdos, ni de los simples, ni de los compartidos; era un extranjero, un posible Indiana Jones, buceando en la intimidad que aún flotaba en el ambiente de ese sitio tan lleno de cosas pertenecientes a otra vida, otra mirada, otro ser, otra nostalgia, otro modo de sentirse dueño.
A veces estás donde no tenés que estar, donde nada te pertenece, donde la incertidumbre es el estado natural, donde parece que todo está bien, que fluye, que gira… Un momento en el que la casualidad suena más absurda que de costumbre… Pero quizás sea casual… Sí, quizás exista lo casual… quizás es eso que hace que un párrafo tenga conexión con el otro, aún cuando no lo sospechaste… Quizás la casualidad es el talento inherente del artista pasado de rosca, que no sabe cómo funciona la maquinaria, pero la hace funcionar con total maestría… Son las cosas que no pensás, pero que te pensaron, que te dibujaron el destino de encontrarlas, a base de situaciones que se dispararon en sueños, o que se escaparon en la masturbación final. Tuyo pero no.
Quizás, solo quizás, nuestro rol de dioses es el de romper el flujo de causalidades para abrir las puertas de realidades que no nos pertenecen, espiar, revolver un poco los cajones, hacer una fiesta con amigos y después apagar las luces… Para que todo siga igual.

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