Los mejores discos

18 oct 2011


EL SOL ES OTRO ENGRANAJE


Ganamos algunas apuestas y festejamos a lo grande, chocando los vasos, rompiendo el cristal. Hubo ecos y hubo sangre.
(todavía se puede escuchar)
Nos abrazamos y cantamos sobre el futuro, canciones que habíamos heredado y que, en algún tiempo, habían hablado de nosotros… Desplazamos el eje, un poco más, eternizando los sonidos, mientras nos deseternizábamos, mientras caíamos, borrachos y felices. O dormidos. O inconscientes. O sólo caíamos.
Bailamos con las melodías, escribiéndolas en cada paso torpe, en cada giro ebrio y drogado, en cada aplauso a destiempo… Revolucionamos esta mierda y nos entregamos al ritmo.
El ritmo se entregó a nosotros.
Recibimos al amanecer con ojos llorosos, conmovidos, sintiendo que el buen humor era tan intenso que se estaba extinguiendo, para siempre. Recibimos al amanecer sin dejar de mover los pies, con compases cansados, con maestría, en una zapada hecha en base a la incomunicación que ganamos después de esa noche, cuando descubrimos, en el éxtasis de la empatía, de la sincronicidad, que éramos dos estrellas de rock solitarias.
Nos quedamos en los escalones, con el cigarro final quemándose por inercia, el oído afilado. En silencio.
Los mejores discos, los de ayer, aún no se grabaron.

***

Las cosas dejan de empezar, pero ya no se terminan, porque ahora puedo salvarle la vida a un par de locos, dejándoles la chance de irse lejos, de olvidarse de mi, que es como si nunca los hubiera creado… Ya no quiero acercarme a la tierra que escribí, ya no quiero alejarme de mis palabras temblorosas, quiero saber qué decía el cuaderno cuando estaba en blanco, cuando era la crudeza del primer día de escuela, del primer día junto a desconocidos, de la primer paja. La crudeza de ser tan frágil, de ser tan fácil de corromper… No hay pureza en esos renglones vacíos, pero hay una especie de divinidad.
¿A quién estamos matando?

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