39/ 40

2 nov 2011


TODOS LOS SÓTANOS


No puedo regalarte todas mis sobredosis, porque me necesito casi muerto, para saber que estoy vivo… Y tan vivo que dan ganas de morirse, así, con excesos y sin excesos; con tus ojos acusándome, llorando reproche, con tus brazos cruzados, que desaprueban, con algo de preocupación en el fondo, como cuando nos conocimos y yo deliraba de fiebre y hablaba mucho, queriendo convencer a todos de no sé qué.
Me quedé en una tarde, en mi habitación, a oscuras, transpirado, buscando extraterrestres en cada rincón. 
Tenía ganas de besar a alguien.
Tenía un poco de bronca, porque quería que me prestaran atención.
Tenía mi libro favorito en la mesa de luz y la tristeza infinita de no poder ver crecer a esos personajes.
(la felicidad infinita de no poder ver crecer a esos personajes)
Yo sí crecía. Crecía ahí, sin poder levantarme, pegando nombres ficticios en pos de la combinación perfecta, imaginando muertes absurdas, robándole al mejor. 
Tenía la sensación de un plan.
Y pasamos por “¿Cómo estás?”, para llegar a “¿Era necesario?”.
Y creo que mi cara de idiota se vuelve un mal chiste, como cuando detenés el murmullo general, todos te miran y decís una idiotez. Es como estar un poco desnudo, corriendo de un lado al otro, con un cosquilleo raro, como cuando alguien dice la palabra “sótano”.
-Todos los sótanos están embrujados…
Y me parece que pierdo los poderes, porque soy el único que quiere saber el final de este cuento con tantas faltas de ortografía.
Soy el único. Y lo intento otra vez:
-Todos los sótanos… son vos.
Y no hay caso… Suspirás profundo.
En serio, espero que por dentro te estés riendo.
Voy a despertar con paños fríos en mi frente.

0 Diálogos: