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14 ene 2012


LA SALA DE CINE QUE SE VE EN LA TELE QUE ALGUIEN PUSO EN EL MEDIO DEL ESCENARIO


Nos metieron a presión en una trama de estructura perfecta. La historia se hubiera llevado varios premios, creeme. O no se hubiera llevado ninguno. En un punto (en ese punto que aún no querés asumir) eso hubiera sido mucho más digno.
Un guión inmaculado, tanto que lo arruinamos.
“Che, está bueno… ¿Y si en vez de una peli hacés una miniserie?”
¿Y a quién podemos culpar? Capaz que el guionista tenía miedo de aburrirse… Capaz tenía miedo de que nunca se le ocurriera algo mejor.
Las reglas cambian:
Nos metieron a presión.
Y la historia se ramificó. Microhistorias, capítulo a capítulo. El drama se vió forzado; los hilos tensos… La audiencia, estallada. Feliz, claro, cómo no.
Nos creímos el papel, y nos miramos desde afuera. Después compramos pochocho, sin percatarnos de que las butacas (filas y filas) eran el nuevo escenario. Y fue entonces nuestra voz, aplaudiendo al ego:
“Che, está bueno… ¿Y si en vez de una miniserie hacemos una serie?”
Y las letras empezaron a correr, veloces… Más y más veloces. 
Y el escriba pasó del éxtasis a la demencia, al ostracismo final. Comenzaron los rumores:
Algunos dicen que no lo soportó.
Algunos dicen que envejeció de golpe.
Algunos dicen que es un campeón.
Algunos dicen que, ante la ausencia de tiempo (el tiempo empezó a existir) comenzó a plagiar. Buscó socios.
Algunos dicen que estalló la máquina de escribir contra el piso.
Algunos dicen que si te mirás en el espejo, con las luces apagadas, podés verlo, haciéndote FUCK YOU.
Sea como sea: muchos capítulos empezaron a ser auto-conclusivos y si bien se mantuvo la continuidad perdimos integridad.
Orgánicamente hablando, dejamos de ser orgánicos.
Temporada 1, 2, 3, 4.
Todo un gran relleno, porque nos metieron a presión.
Y de pronto la tele mostraba un cine, donde la gente acudía a ver a una peli donde muchos espectadores se peleaban por los asientos.
Asientos numerados, alguien en la puerta diciendo: “Perdón, pero ya no hay lugar”.
Y el protagonista (alguno; alguno de adentro, alguno de afuera) estudia, para ser guionista. Intuye los paréntesis que limitan su ser, sus hazañas, su heroísmo. Sus fracasos y sus tristezas.
“Che, está bueno…”
Y se deja arrastrar, solo para recuperar el manuscrito original,
Y 
(((((quizás)))))
Prenderlo fuego.
Y
(((((quizás)))))
Meterlo a presión, dentro de un episodio especial, para que alguno de los personajes más tontos (del que uno nunca espera nada… del que siempre esperás todo) diga (o escriba):
“Nos metieron a presión en una trama de estructura perfecta”.

¿Está la historia de la historia dentro de la historia?

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