mapamundis berretas

13 ene 2012


Si en la secuela el héroe no muere es una mierda


Tengo que soportar que tantos pasos hayan dejado huella, o no, en cada camino que elijo, en cada exilio que me regalo, en cada casa embrujada de la que me enamoro… cuando parece que puedo olvidarme encuentro una foto, la colilla de un cigarro, un beso en el espejo, con labial rojo. Casi una amenaza.
Así que respiro los ecos embriagándome con la fragancia de todo eso que era presente, como es mi yo-ahora, y que de repente forma el pasado de este hoy… Calculo que todo el asunto tiene que significar algo, algún mensaje revelador.
“El futuro es real”.
¿De qué hubiéramos hablado vos y yo si nos hubiéramos conocido a los doce años?
Y si tuviera la chance de volver el tiempo atrás me rajaría un tiro, para remediarlo después, y dejar todo como está… Así, cuando me muera, todos van a tener un dejá vù y van a sentir un escalofrío, y van a pensar que el Mundo es raro.
Raro, raro, muy raro.
Sería un buen regalo, pero seguiría sin paz. 
Así que conquisto otro conflicto, que me parece una granada, una puñalada, un modo digno de morir… Hasta que veo los cadáveres. Y me doy cuenta que sangré colorante rojo, que mis miembros mutilados no están mutilados, que no perdí el ojo izquierdo. Otro juego. Otra representación.
Y me levanto y descarto, una vez más, todo lo de mi mochila: los mapas, la cantimplora, las pastillas, el cortaplumas. Me quedo los lentes de Sol. 
Porque siempre hay un día para no ver, una resaca que curar, un funeral al que acudir, sin prisa.
Tiro la brújula, y me pregunto si los lugares son realmente mágicos o sucede que están lejos de casa. Me pregunto qué pasaría con vos y conmigo si fuéramos nómades. Me pregunto qué cosas señalarías, a qué cosas le sacarías fotos, a quién le robarías, en qué plaza te reirías más.
(Todos los lugares muerden, tenelo en cuenta)
Y cada rincón es otro pensamiento, porque ahora me desdoblo, y cada desdoblamiento se desdobla, y me pierdo en las posibilidades, en las perspectivas. En cada ladrillo, en cada puerta, en cada ventana, cada calle… Cada atardecer con tarea, mientras afuera estaba genial… Cada noche llena de brujas en éxtasis, mientras coloreaba mapamundis berretas… Cada amanecer de temblores, mientras los viejos se morían, los suicidas saltaban, los dementes escapaban, mirando la Luna.
Cada abrazo en cada lluvia. 
Avanzamos y, en determinado momento, el eje gira y la escenografía se voltea, para dar paso a lo que vendrá, que ya pasó, pero está maquillado.
No vivimos tanto… 
A veces pareciera que la segunda mitad sólo es para cerrar.

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