aún no se suicidaron

13 mar 2012


MIRAR PARA ABAJO ERA DIVERSIÓN


Aviones de papel que se estrellan, contra el cielo, agujereándolo, haciendo que la luz se filtre y queme los parques, los edificios, los carteles de perfección, los rituales de introducción, los templos del alcohol, las casas de tortura, los rincones de terror, los puentes, con sus ogros y todo, todo, todo lo demás.
Aviones de papel, donde tu amigo imaginario se va con el mío, con una petaca en la mano, en busca de la luna de miel perfecta, esa que termina en un abrazo de divorcio, con amor y lágrimas en los ojos. 
Aviones de papel
siempre
imperfectos,
con nosotros en la terraza, asumiendo cada accidente, mirándonos serios, sin culpa, evaluando la chance de torcer las alas, o cortar las puntas, o hacer una modificación ahí… justo, justo ahí, 
¿ves?
-Creo que habría que hacerle un dibujo…
-Un dibujo no puede hacer que un avión de papel vuele mejor.
Y vamos a intentarlo, con el corazón lleno de dudas que aún no se cayeron de la cama, que aún no se dieron la cabeza con el borde de la mesa, que aún no se resbalaron por las escaleras, que aún no se ahogaron con caramelos de veneno y lucidez… que aún no se suicidaron, sin querer.
Como todo este día, que se muere.
No quiero más, pero voy a morirme atragantado,
inevitable, como todos esos vuelos.
Aviones de papel, rociados con gasolina.
Y una risa, que es dos, desde arriba.

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